Adicta a la Irrealidad.

Me volví adicta a ti.


Me volví adicta a tus silencios que siempre tienen algo que decir.
Me volví adicta a tus ofensas burlonas cada vez que no entendía algo.
Me volví adicta a tus preciosas pecas, esas que adornan cada centímetro de tu rostro, esas que complementan el brillo de tus ojos.
Me volví adicta a tus anécdotas que hasta tú mismo considerabas aburridas, las cuales yo podría durar escuchando lo que me resta de vida.
Me volví adicta a tu voz, alegre o quebrada.
Me volví adicta a nuestras llamadas de medianoche donde me contabas tu día.
Me volví adicta a que alguien conociera cada parte de mi ser en cada ángulo existente.
Me volví adicta a tus ojos color miel, aquellos que desbordan cariño y me endulzaban la vida.
También me volví adicta a tus mentiras que ni tú entendías.
Me volví adicta a tus olvidos y a tu hiriente indiferencia.
Me volví adicta a las púas de tu cuerpo al lastimar mi corazón.
Me volví adicta a no soltar, a no dejar ir.
Me volví adicta a cierto tipo de dolor.
Me volví adicta a buscarte, a tratar de encontrarte.

Me volví adicta a pensar que existías. Tú, el chico de mis sueños y también el de mis pesadillas.

Me volví adicta, soy adicta. Adicta a la irrealidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensemos BIEN.

Cuatro de septiembre

Irónica monotonía