Cuatro de septiembre
Cuatro de septiembre
Es extraño, ¿sabes?, tener a alguien que te dé
calor, como lo hace el sol, y que de repente todo se convierta en una tormenta invernal
que te congela hasta los huesos.
Es extraño saber que no tendré unos ojos donde
guardarme para cuando la tristeza me invada o unos brazos que me refugien
cuando quiero escapar un rato del mundo.
Es patético, ¿sabes?, acostumbrarme a no recibir
unos buenos días tibios como el café de mis mañanas o alguna que otra oración
chistosa para regalarme la primera sonrisa del día...
Todo esto es extraño, ¿pero cómo no lo supuse? si tus miedos caminaban
más de prisa que tus riesgos, si no eres de tiempo ni distancia, sino de calcularlo
todo antes de estrellarse, ¿cómo no supuse antes que yo sí estaba dispuesta y
tú te llenabas de escudos que impedían amarme libremente?
Es extraño imaginar un final junto a ti, podría
incluso escribir poemas tristes que se tratasen de ti, pero no uno que marcara
el final de lo nuestro que nunca llegó a ser “tan nuestro”, sino de los demás…
Pero no te culpo, al final, tal vez perderé días
soleados, pero tú me recordarás como el verano que dejaste a escapar por el
miedo a ser feliz.
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