Punto de extracción #1

El comienzo 

CAPITULO 1



Basado en el sueño lucido.


Dilan es el chico conocido por palabras, él popular, aquel del que todos hablan pero que no tiene importancia, aquel del que se enamoran... Pero, a nadie le importa.
Ese que camina solo y en si es normal de él estar en un pasillo vacío acompañado de la soledad que considera música para sus oídos, tiene sus pensamiento en un huracán de limitaciones e imposibilidades continuas de corazón a alma impulsado por heridas y errores que no cometió pero que le hacen sombra, él se deja por miedo a lastimar lo poco que le queda, una madre enferma con tiempo limitado de estar, y una tía de apoyo pero de mal aura.
Un chico que hace llevar un bote de dos izquierda y derecha sin descansar, por un futuro que equipará a sus propias exigencias, esto es una enredadera que no corre por cara y pensamiento...
Con solo 18 años desecha una infancia por una vida adulta, que lo obliga a estar en tierra firme todo un día, excepto en las noches que se va a volar por la nube más alta dentro de sueños profundos que a pesar de no durar mucho, este los hace valer.
Sabe que nada es real, pero hay otra cosa que sabe... El sabe que los puede controlar a su voluntad, hacer una vida completa en una mente.

En su imaginación esta todo, Luna es la única que logra comprender todo lo que sucede y no solo es su mente, sino también es su mejor amiga o eso es lo que le hace pensar, pese de solo estar en el, una chica con el cabello castaño tan largo que llega hasta su cadera, ojos verdes, pecas diminutas pero visibles si estas cerca de ella, manos pequeñas y cuerpo esculpido como si hubiera ido al gimnasio toda su vida. Solo hay un problema, a pesar de ser su sueño, Luna solo cumple lo que Dilan se imagina, ya que él por temor a no lograr hacerlo en su vida cotidiana le causa un poco de pudor.

—Cada mañana corre a donde nadie le puede impedir o crear un muro, porque las posibilidades están en tus manos—dijo Dilan viendo a Luna que estaba parada justo frente a él.

— Se quien soy porque tú me haces ser quien soy, podría decir que soy el tú que no puedes ser, la cosa es... ¿Quién eres tú?

Dilan no sabía exactamente que responder, temía saber que detrás de todos aquellos sueños, se encontraba una parte de él, una parte que no se atrevía a mostrar, tenía una vida que a veces no deseaba vivir, su madre estaba a un paso de la muerte y su tía quien estaba presente, no dejaba de culparle de todo aquello que le rodeaba, sus sueños eran parte de él, esa parte que lo sacaba del todo de aquella vida no deseada, de aquel dolor contenido, quería y ansiaba, cada noche antes de acostarse y soñar, que su vida real fuese un simple sueño y que sus sueños, que poco disfrutaba, se convirtiera en su realidad.

—Estoy lejos de ser lo que soy hoy—dijo Dilan—Cuando estoy aquí, soy solo yo, como ves, soy el que quiero ser.

Esta vez Dilan los había llevado a aquel bosque que tanto le gustaba visitar,
el silencio era 
algo que disfrutaba y pasarlo junto a la única amiga que tenía, no le parecía tan mal, solo quería un espacio por el cual respirar al menos los pocos minutos que le quedaban de sueño.

— ¿Qué hacemos de nuevo aquí? —preguntó Luna viendo alrededor, había neblina que empezaba a humedecer su ropa.

—Solo dar un paseo—respondió Dilan, cerrando sus ojos, escuchando el silencio que se sumergía entre ellos.

Había tenido un día muy ajetreado, enfermeros llenaban su casa, hoy tocaba hacerle inducción a su madre, maquinas llenaban su habitación, su madre ya no tenía la fuerza ni el peso suficiente para levantarse de la cama e ir al hospital por su propio medio y Dilan ya tenía mucho encima para hacerlo también, sabían que esa batalla estaba perdida pero una parte, la de un Dilan más sensato no quería que nada le ocurriese, aun si fuese causa de su alma herida 

¿Cuándo empezaras a ser lo que eres aquí, estando allá afuera?—preguntó Luna, justo en ese momento Dilan solo quería disfrutar de la paz que estaba sintiendo y Luna no dejaba de hacer preguntas, temía alejarla, a fin de cuentas era la única que lo entendía y tampoco quería responderle a algo que siquiera tenía una respuesta.

No lo sé, Luna, no lo sé…

¡Dilan, despierta, Dilan! —pudo oír gritos de aquella voz que empezaba a transformarse en un agudo dolor de cabeza.

Aquí vamos de nuevo—susurró Luna desapareciendo por completo de aquel sueño,  Dilan abrió los ojos y su tía Henna estaba parada a su lado, viendo como este se despertaba.

Todo el bendito día durmiendo—dijo Henna con aquella voz tan chillona—Por eso es que tu madre, mi pobre hermana, está como está, tu, su propio hijo incapaz de cuidarla, una desgracia…

¿Qué es lo que quieres? —preguntó Dilan, aun sentado en su cama, deseando desaparecer a su tía de la faz de la tierra.   
  
Si tan solo fuese como sus sueños, si tan solo fuese tan fácil.

Nada, ya los enfermeros se han ido—dijo Henna viéndose el esmalte de sus uñas—Samantha ha quedado peor de lo que estaba, deberías limpiar el desastre que han dejado.

Dilan no se inmutó, estaba acostumbrado a limpiar todo aquel desastre que dejaban siempre los enfermeros, estaba acostumbrado a sacar la ropa sucia, las mantas llenas de sangre, estaba acostumbrado a pagar los servicios, a comprar lo que hacía falta, estaba tan acostumbrado a vivir una vida que él no había elegido. Si tan solo hubiese sido capaz de elegirla, apostaba que justo en ese momento no estaría en aquella casa que le bajaba todas las ganas de querer vivir.  

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