Punto de extracción #4

Corre, grita, se libre

CAPITULO 4


—Estoy tan cansada—dijo Clhoe

— ¡Si, yo también! —continuo su madre—Y eso que la que menos cajas cargó fui yo.

—Te pasaste de lista, cariño—dijo su marido levantándose de la mesa—Lo que nos llevamos el merito es Dilan y yo…

— ¡Hey! —se quejó Clhoe— ¡Mira mis manos, papá, míralas!  

Las manos de la chica estaban magulladas e hinchadas de las cajas y del equipaje que cargó, Dilan la veía con curiosidad, era como un mundo desconocido, podía ver que su mirada guardaba secretos, como él.

—Hija, tienes razón, mi error—dijo su padre acercándose a Clhoe y dejando un casto beso en su frente, la chica sonrió.

—Creo que debo irme—dijo Dilan, sintiéndose incomodo con aquella demostración y se sintió culpable por tener aquellos sentimientos de celos.

— ¡Pero si es temprano todavía! —se quejó Edward viéndolo.

—Lo sé—respondió Dilan levantándose de la mesa—Pero tengo cosas que hacer.  
Edward, Anne y Clhoe se miraron las caras pero no le dijeron nada, habría más días en los que lo invitarían.

—Hija, acompaña a Dilan a la puerta—dijo Anne viendo a Clhoe.

—No hace falta…

—Vamos…—replicó Anne a Dilan, los dos jóvenes se acercaron a la puerta con un silencio incomodo.

—Buenas noches, descansa—dijo Dilan casi balbuceando.

—Vale, espero que tú también descanses mucho, y gracias por tu ayuda con todo nuestro equipaje—respondió Clhoe.

Dilan agotado tratando de no alargar la despedida y sentirse más incomodo, sacude su mano en señal de despedidas y se da la vuelta, tomando un pequeño paso acelerado en el que se dirige directamente al baño de su casa.

Prenda a prenda deja caer al suelo sin fuerzas de llevarla más lejos, observa el techo del baño y abre la ducha, dejando caer el agua caliente mientras el vapor empaña el espejo y su posible reflejo dejando visible únicamente lo que está a su alcance... Una vez que se sintió en calma, se dejo llevar por el sonido del agua y el vapor delante de él, Dilan abre su mente a todo pensamiento, su alrededor se esfuma y por minutos, no sabe si sigue en el presente. El silencio y la tranquilidad era parte de él, lo estaba consumiendo y le gustaba, le gustaba esa sensación de paz en él, esa parte donde por instantes, creía que todo iba a estar bien, que su vida estaría bien y que mas temprano que tarde, quizá, esa tranquilidad se convertiría en su día a día. Se aferraba a esa idea, la abrazaba y juraría que jamas la dejaría ir.

Estaba corriendo, Dilan no dejaba de pasar por ramas y tallos, sentía como le hacían daño pero estaba acostumbrado a ese dolor, le gustaba la adrenalina, le gustaba sentir como su corazón tamborileaba contra su pecho desenfrenado, a su lado corría también Luna riendo
mientras que su cabello volaba entre el viento frio.

— ¡Grita! —chilló Luna viendo de reojo a Dilan, que se había unido a sus carcajadas. No dejaban de correr, no sabía porque tenía ganas de hacerlo, tal vez, se sentía demasiado atrapado con todo lo sucedido este día, solo quería sentirse libre.

— ¡No voy a hacerlo! —respondió saltando un sendero para luego volver a entrar entre los árboles.

— ¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo! —canturreaba Luna emocionada, Dilan llevó todo el aire que pudo a sus pulmones y sin pensarlo dos veces gritó, gritó como si la vida dependiera de ello, su garganta comenzó a picarle y arderle pero no le importó, se estaba desahogando y Luna lo acompañaba, gritaban sintiéndose libre por primera vez.

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