Punto de extracción #5

Un paso a la muerte

CAPITULO 5



— ¡Dilan! —un grito desgarrador levantó de un sobresalto al chico que no había dejado de correr. Salió corriendo tropezando con algunas cosas que estaban en suelo y entró en la habitación de su madre quien se encontraba sentada en la cama, parecía una escena siniestra de crimen, de su nariz salía sangre, que se deslizaba por su boca, hasta llegar a su camisa, la sabana que ese mismo día había cambiado estaba lleno de un charco de sangre, Dilan se acercó a zancadas y ayudó a su madre lentamente para no hacerle daño.

 — ¿Qué pasa? —preguntó Dilan nervioso, era la primera vez que veía que su madre sangraba tanto, la ayudó a quitarse la camisa y se la puso sobre la nariz, la piel tenia pequeñas manchas azules, le había salido hace ya unos meses indicando que estaba a punto de terminar con su tortura. Henna se asomó por la puerta viendo aquella escena, no podía ver tanta sangre, nunca la había tolerado.

— ¿Qué quieres que haga? —gritó desde la puerta, estaba asustada, aunque no tenia cierto apego hacia su hermana y su único sobrino, temía ver partir a su hermana, la única persona que se había quedado a su lado, la única que la toleraba, aun a sabiendas de su enfermedad.

— ¡Debemos llevarla al hospital! —gritó Dilan abriendo la puerta con su madre en brazos, lo único que hacia Samantha era quejarse del dolor mientras que mantenía su camisa entre su nariz. Bajaron las escaleras a trompicones, abrieron la puerta de la casa y Dilan metió a su madre como pudo en el auto de su tía, antes de que ella protestara al respecto, entró y se tropezó con la mirada misteriosa de aquella mañana, junto a otros par de ojos preocupados, eran sus nuevos vecinos, sin inmutarse mas, manejó directo al hospital donde había sido atendida anteriormente, perdiéndose entre aquella mirada de Clhoe.

Al salir y entrarse en aquellas paredes blancas y ese frio gélido que odiaba, subieron a su madre en una camilla y desapareció entre las puertas de emergencias, ahí estaba parado viendo como su madre se perdía de vista, lleno completamente de sangre se dio la vuelta y no hizo más que esperar.


Estaba temblando, el miedo y la rabia jugaba contra él, solo si pensaba un poco, juraba que podría volverse loco, podría…

—Dilan…—aquella voz lo hizo despertar de su ensimismamiento, levantó la mirada y miró a Clhoe ahí parada frente a él, llevaba aun su pijama, sus mejillas emanaban un color rojizo que le hizo sentir un poco extraño.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó, Clhoe aprovechó el puesto desocupado a su lado.

—Creí que necesitarías compañía—respondió sin más, él se le quedó mirando desconcertado ¿Por qué una extraña que no tenía ni veinticuatro horas conociendo, se acercaría a él? antes de que su mente vagara por una respuestas, ella le tendió una sudadera—Vi la sangre antes, ponte eso.

—No deberías estar aquí—dijo Dilan poniéndose la sudadera sin rechistar, no estaba de humor y tampoco quería meter a Clhoe en esa vida que él tanto odiaba—Deberías irte… te lo agradezco pero…

—Deja de hablar—le amonestó la chica—Tienes un desorden de emociones cruzándote la mirada, solo me quedare aquí, no diré, ni hare nada…  

Los dos se mantuvieron en silencio, veían como entraban y salían gente de aquel lugar, no había noticia de Samantha y tampoco Dilan tenía las agallas necesarias para preguntar. Poco a poco veía como la chica lo miraba de reojo, abría la boca como para decir algo pero al final no decía nada.

—Me estas volviendo loco—susurró Dilan encontrando a Clhoe con la boca entreabierta de nuevo— ¿Qué quieres?

—Saber que sucedió—habló bajito y por un momento Dilan tuvo que analizar sus palabras.

—Está muriendo—respondió sin titubeos—Quizá ya lo haya hecho, quizá lo haga mañana o dentro de unas semanas…

— ¿Es tu madre?

Odiaba responder preguntas personales, odiaba que las personas se entrometiera en su dañada vida, odiaba ver la lastima cruzándole en el rostro a la gente cuando respondía, detestaba sentir aquella maraña de emociones en la boca de su estomago.

—Sí.

—Por eso no respondiste en la cena cuando te preguntábamos—asintió como encajando una pregunta que se había hecho mentalmente—Lo siento…

—No tienes que…

— Todo pasará—dijo sin importar las respuesta secas que le estaba dando Dilan—Sea malo o bueno, vivimos para morir, es ley de vida. Duele, lloramos, sentimos que morimos y lo superamos. Es simple.

La miró nuevamente, ella esperaba una respuesta que no llegó. Dilan pensaba igual que Clhoe, ver a su madre como la vio hoy, le llenó de temor el cuerpo, cada hueso de él, cada vena, cada musculo pero sabía que tenía que pasar, sabía que no le quedaba tanto tiempo de vida y estaba seguro que quedaban pocos días, quizá horas. 


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