Punto de extracción #6

QUERIDA AGONIA
CAPITULO 6


Estaba sentado frente a la cama, el doctor ya le había advertido, no pasaba de una semana, se quedaría en el hospital para hacerlo menos doloroso para él y porque Henna no quería que su hermana muriese en su casa. Clhoe no se había ido aun, seguía ahí viendo a la madre de Dilan, durmiendo, hacia un pequeño sonido con su garganta.

— ¿Quieres que te deje solo? —preguntó la chica rompiendo con el silencio que arropaba aquella habitación. Dilan negó casi rogándole, ver a su madre a medio paso de la muerte lo abrumaba.

—Me pidió que le leyera—balbuceo Dilan viendo el suelo, Clhoe lo miraba atenta—No lo hice, no me gusta verla, me abrumó, ver la muerte en sus ojos… me siento ahogado, he vivido toda mi vida así, detesto vivir así…   

—Dilan—susurró Clhoe deslizando su mano en el hombro del chico, sin darse cuenta, Dilan estaba ahogándose entre sollozos silenciosos, llenos de pena, de rencor, de dolor y de rabia. Clhoe no supo qué hacer, era la primera vez que le pasaba algo en su vida que requería pensar constantemente, se puso frente a Dilan y lo abrazó, dejó que llorara, dejó que se desahogara, un vago pensamiento le recorrió la mente pero no quiso darle crédito. Dilan se quitó y se limpió las lágrimas.

—Lo siento… yo

—Calla.

Los dos se miraron y se sonrieron. Duraron toda la noche en aquella habitación, solo compartían algunas palabras, el silencio era parte de ellos, los arropaba y los hacía cómplice de aquella escena tan amarga.

— ¿Qué le hubieses leído? —preguntó Clhoe, los dos estaban sentados en el suelo.

—Le gusta todo lo que escribo—admite Dilan.

— ¿Por qué no lo haces ahora?

—Porque no me escucharía—respondió Dilan

—Inténtalo.

Miró a Clhoe, dudando, suspiró profundamente y cerró sus ojos, recordando cualquier cosa.


Tus ojos turbulentos,
Llenos de misterio y recovecos
Guiados por un sendero de sueños
Te pierdes, te encuentro
Jugamos a este juego
Siendo un par de desconocidos
Llenos de puntos, llenos de partes…

Antes de que siguiera, la madre de Dilan hizo un pequeño sonido que sobresaltó a Dilan y a Clhoe quienes se habían sumergido en las palabras que el chico susurraba con una calma mesurada.

—Te he dicho que me gusta lo que escribes, hijo—dijo la mujer muy débil, los dos se levantaron en un suspiró y se pararon junto a la mujer—Dime que lo sientes, dime que no soy solo yo.

— ¿Hablas de la muerte? —preguntó el chico, Clhoe miró a Dilan tratando de no inmutarse por aquella escena—Si, lo siento, aquí justo a mi lado, alrededor, fuera, dentro, por todos lados.

—Lo sé, hijo, lo sé—asintió la mujer, tenía sus ojos cerrados y una expresión compungida, aunque estaba sedada— ¿Quién es ella?

—Soy Clhoe, su nueva vecina—asintió sabiendo que sus palabras estaban demás, ella no sería su vecina.

— ¿Es tu amiga, hijo?

—Si—respondió Dilan viendo como Clhoe sonreía.

—Eres muy bonita pequeña, parece que mi hijo es todo un galán... —dijo la mujer dibujando una sonrisa penetrantemente débil.

—No sé cómo puedes tener humor aun cuando estamos aquí, madre—dijo Dilan.

— ¿Madre? hace mucho tiempo que no me decías así, es bueno oírlo de nuevo. —dijo Samantha con un suspiro de alma cansada pero satisfecha.

Clhoe solo estaba ahí observando una conversación que quizá en otra oportunidad no habría logrado apreciar, a pesar de todo en las últimas instancias el corazón es quien habla, el tiempo no se detiene por como si las horas fueras segundos que se desvanecen y el reloj de la madre de Clhoe estaba a tan solo momentos.

—Pequeña ¿Crees que puedas darme un momento con mi niño?

—Por supuesto, estaré afuera por si me necesitan. —contesto Clhoe.

—Hijo acércate... Tengo algo que contarte; siempre me preguntaste sobre que sucedió con tu padre.

— ¿En serio me quieres contar esto ahora? —preguntó Dilan tartamudeando.
—Es más complejo de lo que crees...

— ¿Por qué lo dices? —volvió a preguntar Dilan dudando de la conversación.

—Hijo, tu llegaste a mi por mi propia elección... yo te escogí.


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